Bogotá D.C., 14 de septiembre de 2018

Contexto

La democracia nunca es una obra terminada. Su perfeccionamiento constante requiere diseños institucionales correctos y adecuados sistemas de incentivos, el arraigo de buenas prácticas políticas, un entorno cultural favorable, y una ciudadanía comprometida. Actores esenciales de todo sistema democrático son los partidos políticos, a los cuales les corresponde cumplir funciones de representación política e intermediación de intereses, y operan además como vehículos de la competencia electoral.

Desde hace años se viene experimentando una suerte de “crisis” del sistema de partidos, que afecta la calidad y solidez de la democracia republicana en todo el mundo. Colombia no ha sido ajena al fenómeno, que ha tenido distintas manifestaciones: su comportamiento como microempresas electorales; la pérdida de identidad ideológica y programática; el deterioro de su capacidad para dialogar con los distintos actores sociales e incorporar sus demandas a sus agendas programáticas; sus limitaciones para construir proyectos en los territorios articulados con un proyecto político nacional; y su vulnerabilidad frente a la corrupción —entre otros.

A este diagnóstico, y a los problemas que se derivan de él, cabe sumar otros elementos que plantean desafíos adicionales: la implementación del punto de participación política del Acuerdo Final firmado entre el Gobierno Nacional y las FARC, en el cual se apuesta por borrar la frontera entre organizaciones sociales, movimientos sociales y partidos políticos; la proliferación de candidaturas impulsadas por firmas; la multiplicación de mecanismos e instancias de participación directa; o la emergencia de movimientos de base identitaria.

Teniendo en cuenta lo anterior, con la expectativa del impacto que tenga en el funcionamiento del sistema de partidos la aplicación del Estatuto de la Oposición (Ley 1909 de 2018) y de la inminente tramitación de una reforma política por iniciativa del nuevo gobierno (PAL 09 de 2018), y considerando el contexto en que se celebrarán las elecciones territoriales de 2019, se hace oportuno y necesario incorporar a la discusión pública la reflexión sobre la forma en que puede avanzarse en la dirección adecuada para fortalecer el sistema de partidos y su contribución a la construcción de gobernabilidad a nivel nacional y territorial, y, en consecuencia, al perfeccionamiento de la democracia en Colombia.